En Chile hay desarrollos más dinámicos en el campo de la curadoría y de la crítica de arte contemporáneo, pero en el campo de la historia del arte propiamente dicho hay todavía un gran vacío. La disciplina recién empieza a institucionalizarse en la región.
Belén Bascuñán: El área de investigación del Museo de Arte de Lima (MALI) tengo la idea, expresa un interés por redescubrir, analizar o investigar lo que se podría denominar materias primas de la cultura en Perú y en América Latina.
Natalia Majluf: La historia del arte en América Latina ha estado siempre limitada por visiones locales, centradas en las historias nacionales. El MALI ha promovido por ello una política de inserción en circuitos internacionales de investigación y de crítica. Hemos ido avanzando en varios proyectos a partir de iniciativas concretas. Hace poco editamos un libro sobre Luis Montero, autor de Los funerales de Atahualpa, en que convocamos a investigadores de Brasil, Argentina e Italia para trabajar sobre este gran cuadro, que circuló por las principales capitales de la región. Yo me ocupé de ver la parte chilena, y así hemos ido tratando de tender puentes con investigadores de distintas regiones para poder sacar adelante algunos proyectos.
BB: ¿Podrías contarme de los proyectos “José Gil de Castro y su tiempo” y “Documentos del arte latinoamericano del siglo XX”?
NM: “Documentos del arte latinoamericano del siglo XX” es un proyecto que en realidad fue gestado por Maricarmen Ramírez desde el Museo de Bellas Artes de Houston hace ya muchos años. Este museo nos convocó para participar como socios locales. En cada país hubo una entidad que asumió la responsabilidad de liderar los equipos de investigación. En este caso, fue el Museo de Arte de Lima, que convocó a un equipo de investigadores jóvenes.
El otro proyecto es el que se titula “José Gil de Castro. Cultura visual y representación del antiguo régimen a las repúblicas sudamericanas”, que emprendimos un grupo inicial de investigadores –entre quienes están Roberto Amigo, Laura Malosetti, Néstor Barrio, Luis Eduardo Wuffarden y yo–, quienes habíamos trabajado el siglo XIX y específicamente el período olvidado (por lo menos desde la historia del arte) de las Independencias. Armamos este equipo para poder buscar la obra dispersa de Gil de Castro, que es tan poco conocida aún hoy. No se habían hecho los estudios básicos, no había listado completo de la obra, no había información básica de su contexto histórico. En realidad, no se había hecho nada desde Ricardo Mariátegui Oliva, quien hizo un trabajo verdaderamente heroico de recopilación de información sobre la obra de Gil de Castro en Chile y Argentina, pero que no llegó a concluir la labor de dar a conocer el catálogo completo de la obra del artista.
BB: ¿Cómo ha sido el desarrollo de este trabajo? (José Gil de Castro).
NM: El equipo ha hecho el esfuerzo de ir buscando y estudiando cuadro por cuadro para forjar las bases de un catálogo razonado y, al mismo tiempo, hacer estudios técnicos de las obras en Argentina, Chile y Perú. Hay obras también en Venezuela, Bolivia, Uruguay, así como en algunos otros lugares, pero fundamentalmente hemos trabajado con la obra existente en estos tres países, que es donde más obras de Gil de Castro existen.
En el camino, el proyecto ha ido convocando a distintos investigadores. Por ejemplo, en Chile, a Juan Manuel Martínez, curador del Museo Histórico Nacional y a los restauradores y conservadores del Centro Nacional de Conservación y Restauración de la DIBAM, que es donde hicimos algunas de las secuencias más intensas de exámenes técnicos. Este es probablemente el aspecto más novedoso del proyecto, en el sentido de que probablemente sean los estudios de mayor profundidad que se hayan hecho de un artista latinoamericano del siglo XIX.
BB: Sobre el arte colonial.
NM: En el campo del arte colonial, y desde la perspectiva de los estudios materiales, están los trabajos pioneros que ha liderado Gabriela Siracusano. Pero en términos de la investigación en profundidad de un solo autor y del siglo XIX, este ha sido sin duda el proyecto más ambicioso y de mayor profundidad que se haya hecho.
Ya publicamos un libro, el primer producto de nuestro trabajo, que es una pequeña colección de estudios centrados en los análisis técnicos de la obra de Gil de Castro, en el que participan Carolina Ossa y Federico Eisner, del Centro Nacional de Conservación y Restauración, entre otros investigadores asociados al proyecto, y otros que se han sumado específicamente para esta iniciativa.
BB: Es un gran proyecto, que propone nuevas formas de trabajo.
NM: Es importante señalar que para este proyecto recibimos un subsidio muy importante de la Fundación Getty, de Los Ángeles, sin el cual hubiera sido imposible emprender un trabajo de ese tipo, porque en nuestros países no hay mayores apoyos o becas, o siquiera acuerdos institucionales, que permitan el diálogo y favorezcan el intercambio. Entonces, si bien tenemos artistas compartidos, como es el caso de José Gil de Castro, sin el apoyo externo resulta difícil estudiar la obra.
Cuando aparezca el catálogo razonado y se inaugure la exposición en Santiago y en Lima, que será hacia el 2014, entonces tendremos por primera vez una imagen más completa de quién fue Gil de Castro, cosa que hasta ahora ha estado un poco bañada en el misterio. Quedarán, seguramente, muchos temas por resolver e investigar, pues hay vacíos documentales muy grandes, a pesar de que hemos trabajado de forma bastante exhaustiva los archivos en Chile y Perú.
BB: Sobre las políticas de inserción: eso me llama la atención, sobre todo con el esfuerzo que se ha invertido en esta búsqueda de información y documentación. El resultado de la investigación es amplio y expansivo, en el sentido de que la planificación de una exposición itinerante e internacional rebasa la mera voluntad de producir archivo.
NM: Claro. Lo primero que ves es este libro Más allá de la imagen. Los estudios técnicos en el proyecto José Gil de Castro, que se centra en los análisis técnicos que se han hecho de la obra de Gil de Castro. Además, distintos investigadores asociados al proyecto han ido publicando en distintos lugares aspectos de este trabajo, y seguirán haciéndolo, espero, y profundizando desde distintas perspectivas en la investigación. Y sí sobre todo se han tendido puentes importantes entre Santiago y Lima en el campo de la historia del arte, pues hasta este momento aún no se había dado realmente una relación estable de intercambio y diálogo. Creo que ese es uno de los legados perdurables que dejará el proyecto Gil de Castro.
BB: ¿Entonces se podría hablar de escribir una historia, en vez de reconstruirla?
NM: Efectivamente, no hay mucho por reescribir; queda más bien muchísimo por escribir, pues la historiografía del arte del siglo XIX en Chile y en Perú está en sus inicios. Se ha investigado y se ha escrito muy poco. En los últimos años han aparecido algunos trabajos que se basan en investigación documental, cosa que no existía hasta hace algunos años, sobre todo en la tradición chilena, que está más volcada a la crítica y curadoría, y no tanto a la historia del arte.
BB: Tuve noticias de que vas a ir a Chile el otro año a presentar una colección de libros, eso da cuenta de un desarrollo incipiente en el campo.
NM: Sí, Josefina de la Maza me ha invitado a participar del lanzamiento de una serie editorial de historia del arte que tiene que ver justamente con la publicación de fuentes, que permitan poner materiales nuevos sobre la historia del arte en Chile a disposición de públicos más amplios.
BB: ¿Habría una relación entre el quehacer historiográfico en general y la gestión de fondos?
NM: Ese es un problema. En muchos países de América Latina la historia del arte es una disciplina emergente. En Chile, por ejemplo, hay desarrollos más dinámicos en el campo de la curadoría y de la crítica de arte contemporáneo, pero en el campo de la historia del arte propiamente dicho hay todavía un gran vacío. La disciplina recién empieza a institucionalizarse en la región. En muchos lugares aún no se percibe como una disciplina en igualdad de condiciones que otras, como la historia, la antropología o la sociología. Es lógico entonces que haya menos fondos asignados a la investigación en este campo. Pero pienso que la contribución de los museos ha sido y puede ser fundamental. La materialización de investigaciones a través de exposiciones y catálogos es algo que puede dinamizar el ámbito académico.
BB: ¿Crees que esta experiencia abre nuevas perspectivas para la historia del arte en nuestros países?
NM: Me gustaría pensar que sí, pero mientras no exista un interés por parte de los gobiernos nacionales o las entidades regionales para dirigir fondos a este tipo de intercambios y proyectos conjuntos, va a ser bien difícil que se repita. Nosotros vamos haciendo lo que podemos en función de los proyectos que conseguimos concretar, pero no hay canales establecidos que favorezcan este tipo de trabajo. En el caso concreto del proyecto Gil de Castro, la embajada de Chile en el Perú ha sido un factor importante para la organización de un simposio especializado y la publicación de este libro Más allá de la imagen. Los estudios técnicos en el proyecto José Gil de Castro. Pero estamos hablando de un apoyo puntual para un proyecto puntual, y lo que necesitamos es construir apoyos institucionales más continuos en el tiempo y más amplios, que permitan generar un diálogo sostenido y abierto.
Entrevista realizada durante el mes de enero del presente año.
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