Arte y Crítica

Crónicas - mayo 2013

Sobre “Un desafío a la luz” en el Museo Nacional de Bellas Artes

por Andrea Lathrop

Inaugurada en conjunto con la realeza danesa, la muestra “Un desafío a la luz”, del artista danés Asger Jorn, es una de las retrospectivas que abre el año diplomático del 2013.

La petición de realizar una crítica sobre la muestra de Jorn, a primeras luces nada compleja, se transformó con el pasar de las semanas, en una tarea titánica.

Sería difícil de explicar el por qué. Quizás porque estas muestras tan emblemáticas y llenas de diplomacia, por muy buenas obras que presenten, siempre terminan con un sabor a acto diplomático y a gestión internacional.

La visita de la realeza danesa lo confirma, la muestra de Jorn es, ante todo, un acto de relaciones exteriores ¿Lamentable para Jorn? No sabría decirlo.

Visité la exposición, vi la gran cantidad de obras en pequeño y mediano formato reunidas, las cuales iban entre los años 1937 y 1973 y eran en su mayoría tintas chinas, grabados, dibujos y algunas acuarelas. Todas estaban expuestas de manera lineal y cronológica en la sala Ala Norte del Museo Nacional de Bellas Artes, demostrando que la curatoría de Jorn, importada de su propio museo en Dinamarca es, antes que cualquier cosa, una prolífica demostración de la obra de un connotado e interesante artista (quizás menos conocido por estos lugares) y de las relaciones internacionales que debieron ser establecidas para que esto sucediera. Y quizás esto fue, precisamente, lo lamentable, que de la obra de Jorn poco queda después de la visita. Un recorrido por los muros del museo, por las obras de Jorn donde, a luces lo más rescatable es lo “anecdótico”; la obra de Jorn realizada en conjunto con Roberto Matta (quien fuera su amigo) y los hijos del primero, no deja más que eso: la anécdota.

Asger Jorn, "Head", 1968, © Donation Jorn, Silkeborg. Foto: Lars Bay.

Asger Jorn, “Head”, 1968, © Donation Jorn, Silkeborg. Foto: Lars Bay.

Ahora, que no se malentienda, con esto no quiero decir que este tipo de muestras se deben evitar. Las relaciones diplomáticas siempre han existido y que ciertas muestras vengan de la mano con éstas, no debería ser un problema. El conflicto está cuando éstas, como bien sucedió en el caso de Asger Jorn, se sustentan más en una relación internacional, que en el valor artístico de la misma. Y la exposición –y difusión de ésta- pareciera estar más enfocada en rescatar los aconteceres “reales” (entiéndase de la realeza) que la obra de artista en sí.

De esta manera, “Un desafío a la luz” es una exposición completa, bien montada y prolífica, donde lo que más se extraña es una propuesta curatorial y el riesgo que esto implica. Así, la visita de Jorn, fundador del grupo CoBra, es empañada por la visita de sus congéneres, el rey y reina de Dinamarca, como también por las personas que vieron en esto algo más importante de ser rescatado que la obra misma.

Categoría: Crónicas

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