Arte y Crítica

Críticas de Arte - febrero 2015

Neomedialidad y (corto) circuito: impresiones sobre “El Imperio de la Ilusión” de Erwin Olaf

por Catalina Urtubia

“El imperio de la Ilusión” de Olaf se enmarca en un fenómeno transversal del arte contemporáneo asociado a los cambios de la imagen y de las categorías de ésta a partir de lo digital. En este sentido, resulta bastante destacable que el Museo de Arte Contemporáneo se haga cargo de la labor de hacer ingresar este tipo de problemas a través de artistas internacionales, pero también hace emerger la pregunta por cómo se está abordando aquello en el contexto local.

I

A mediados de diciembre del año pasado se publicaron los premios otorgados por el Círculo de Críticos de Arte (CCA) a las mejores exposiciones del 2014 en el circuito chileno. Entre ellos, bajo la categoría de “nuevos medios internacional”, se encontraba la exposición curada por el español Paco Barragán en el MAC Quinta Normal del fotógrafo holandés Erwin Olaf, titulada “El Imperio de la Ilusión”. Cuando visité dicha exposición, por noviembre del año recién pasado, no estaba al tanto del trabajo que Olaf estaba realizando hace no mucho vinculado al video; conocía, más bien, sólo su trabajo con la fotografía. Por lo mismo pensé en darle una vuelta más a la sorpresa que me había llevado al visitar la exposición, a propósito de su galardón bajo la categoría de “nuevos medios”.

Los trabajos presentados en “El imperio de la ilusión” proponen una reflexión en torno a la sociedad contemporánea, a partir de la puesta en crisis de los relatos tradicionales en torno a la familia, la escuela, la moral y las relaciones sociales en general. De ahí el título de la exposición, sumado a que –como fotógrafo– Olaf proviene del área de la publicidad, lo que le ha dado un entendimiento bastante particular sobre los estereotipos sociales. Esto lo ha llevado a poner en cuestión dicho tipo de imágenes en el ámbito artístico a través del retoque, que en algunos casos parece exagerado, pero que logra provocar una sensación de confusión entre lo real y lo ficticio en su obra.

Erwin Olaf, "Troy, de la serie Grief", 2007. Cortesía MAC.

Erwin Olaf, “Troy, de la serie Grief”, 2007. Cortesía MAC.

La exposición es acompañada por una serie de relatos dispuestos en las salas por el curador, Paco Barragán, quien instala anécdotas personales que ejemplifican los problemas abordados por Olaf en las distintas series que están presentes en la muestra. Esto le permite a la exhibición generar un ambiente intimista en perfecta concordancia con la obra de Olaf, donde en el marco de “El imperio de la Ilusión”, se recurre en varios casos al elemento del espectador como un voyeur. Este último asunto me parece bastante interesante puesto que, tradicionalmente, se reconoce en el trabajo fotográfico en general; pero aquí Olaf juega con otros métodos para extrapolarlo, donde destaca la instalación y el video.

II

En 2001, el teórico estadounidense Lev Manovich publicó The language of new media (El lenguaje de los nuevos medios), un libro donde instala al cine como frontera entre los medios modernos (análogos) y los “nuevos” (digitales), debido a que el ingreso de lo digital al video supone una simbiosis entre lo medial de la imagen fílmica y su encuentro con lo informático. Este asunto me parece revelador a la hora de abordar la obra reciente de Olaf vinculada al video, la que instala constantemente en diálogo con su trabajo fotográfico.

Erwin Olaf, "Agujero de cerradura, de la serie Keyhole", 2011. Cortesía MAC.

Erwin Olaf, “Agujero de cerradura, de la serie Keyhole”, 2011. Cortesía MAC.

Una de las obras que más llama la atención en este sentido es la serie titulada Keyhole (2011), donde destaca una instalación en que el artista dispone una silla frente a una puerta falsa, que nos invita a sentarnos y a husmear por la cerradura, a través de la cual puede verse un video donde se relatan situaciones que reflexionan en torno a la crisis de los conceptos de la familia y el hogar. La instalación además está acompañada por una serie fotográfica vinculada al mismo tema, pero donde se sitúa al voyeur como sujeto a representar. Lo llamativo es que en este tipo de obras el espectador participa y reflexiona al reconocerse como un intruso, pero también al formar parte de la obra.

Asimismo, esta serie propone un elemento bastante interesante en el trabajo reciente de Olaf: el diálogo entre medios. Me parece fundamental destacar que, en sus obras, se reflexione sobre la caída de estos relatos asociados a la sociedad tradicional a través de la imagen digital, que a nivel de producción artística supone una puesta en crisis de los soportes tradicionales. Pero además, en su obra se hace latente la difuminación de los límites entre las categorías de la imagen en concordancia con lo manipulable que resulta lo digital, donde se ha vuelto común el tránsito entre disciplinas: hay algo ciertamente pictórico en la foto retocada, y también un elemento fuertemente fotográfico en el video-arte. Así, el trabajo de Olaf se enmarca en el problema de la imagen digital, más que en la fotografía en sí misma, lo que nos permite leerla desde el problema de lo neomedial.

III

A partir de lo anterior, “El imperio de la Ilusión” de Olaf se enmarca en un fenómeno transversal del arte contemporáneo asociado a los cambios de la imagen y de las categorías de ésta a partir de lo digital. En este sentido, resulta bastante destacable que el Museo de Arte Contemporáneo se haga cargo de la labor de hacer ingresar este tipo de problemas a través de artistas internacionales, pero también hace emerger la pregunta por cómo se está abordando aquello en el contexto local.

Erwin Olaf, "Logia Francmasona Dalem, de la serie Berlin", 2012. Cortesía MAC.

Erwin Olaf, “Logia Francmasona Dalem, de la serie Berlin”, 2012. Cortesía MAC.

De hecho, otro elemento que me llamó la atención de los premios entregados por el CCA fue la otra exposición galardonada en la categoría de nuevos medios, esta vez en la línea local: “The sound of silence” de Alfredo Jaar en Galería Patricia Ready. Este dato me parece problemático debido a que se está entendiendo esta exposición como “producción local”, pese a que incluso la obra premiada fue producida y expuesta internacionalmente antes de presentarse en Chile. Lo anterior tiene que ver, por supuesto, con los lineamientos del CCA; organización que en general suele destacar exposiciones u obras que ya se encuentran institucionalmente validadas, lo que tiende a invisibilizar circuitos que se mueven por fuera de instancias y medios oficiales. Y si bien lo anterior ya es razón suficiente para poner en cuestión la decisión del CCA, en un circuito como el chileno donde la crítica no tiene un asidero demasiado estable, su opinión sigue siendo relevante en los medios masivos.

Vale decir que elogiar exposiciones como las de Alfredo Jaar o Erwin Olaf no me parece mal si se tiene en cuenta algo que a primera vista pareciera que el CCA olvidó: el impacto que podrían tener en un medio como el chileno. El cortocircuito en el medio chileno provocado por artistas como Enrique Ramírez o Aymara Zegers durante los últimos años, nos lleva a pensar en un diálogo directo entre artistas locales e internacionales como Olaf, más que en metas a seguir. Después de más de veinte años de discusión sobre el problema del video-arte en Chile, y luego de once versiones realizadas de la Bienal de Artes Mediales, podemos hablar efectivamente de un circuito estable vinculado a los nuevos medios en el contexto local, pero que sin embargo, pareciera seguir sin poder bajar los brazos en la lucha contra la precarización.

Categoría: Críticas de Arte

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