Arte y Crítica

Entrevistas - noviembre 2014

Quien domina la ficción, tiene pleno poder sobre la realidad. Entrevista con Martín Sastre

por Daniel Reyes León

En el contexto de la exposición “Video Club” –realizada en el Museo de Artes Visuales de Santiago entre el 8 de agosto y el 19 de octubre de 2014– entrevistamos a Martín Sastre en torno a lo que colecciona, sus ficciones y su relación con el objeto de arte. Coleccionarse a si mismo es una de las labores del artista contemporáneo, una arista que se diluye en eufemismos y evasivas respecto al ego, pero que se torna fundamental al momento de comprender a este artista uruguayo, quien ha hecho de sus propias ficciones, un lugar donde converge el humor, la moda, la crítica y el mundo del arte.

Daniel Reyes León: ¿Qué colecciona Martín Sastre?

Martín Sastre: Aventuras, supongo, porque Martin Sastre es una especie de Harry Potter que se creó a si mismo en el primer video que hice, que es el E-True Hollywood Story, y digamos que ese personaje que tiene mi nombre y soy yo, pero no soy yo, fue pasando por distintas aventuras, qué se yo. Peleó con Matthew Barney por el control de la ficción, encontró a Diana de Gales viva en Montevideo, lo congelaron para que se despierte en el 2492 a contarnos cómo América Latina se transformó en el centro de la geopolítica mundial. Digamos que es muy divertido ver el pasar de Martín Sastre por esas historias. Creo que lo que colecciona son ficciones.

DR: Como coleccionista de esas ficciones, debes vivir esas ficciones.

MS: Sí, totalmente, desde el primer trabajo siempre. Todas las ficciones en las que fue apareciendo Martín Sastre tienden un puente con la realidad, y nunca sabes dónde comienza la ficción y termina la realidad. Y creo que eso es en general la vida.

DR: A nivel no de personajes, ¿tienes alguna colección en particular, una colección objetual, de cosas que te guste apreciar?

MS: Bueno, cuál es la persona y cuál es el personaje, porque al final las colecciones las hago yo.

DR: Pensando en Camnitzer, que dice que él colecciona museos como una forma de establecer una política autónoma del artista, en ese sentido, ¿qué coleccionarías tú?

MS: Vuelvo a lo mismo: colecciono ficciones, me interesa escribir mi historia a través de ficciones, que la gente vea en mí esas ficciones, que en realidad estoy allí. Soy un artista que pone el cuerpo, estoy en primera persona con mi nombre. Mi historia, mis amigos y mi familia aparecen, o sea realmente estoy generando una historia a través de las ficciones, y es eso lo que me interesa coleccionar. Me divierte pensar cuál es la próxima aventura que vivirá este personaje que soy yo.

DR: ¿Y hay algo que te interesaría coleccionar a futuro?

MS: Joyas, me encantaría. Pero nunca usé ni usaría, pero me gusta verlas.

DR: ¿Tienes películas? ¿Cómo las guardas?

MS: Depende. Ahí tengo un tema, me muevo mucho, entonces, durante muchos años generé varias veces, en diferentes períodos de mi vida, colecciones de películas. Pero dependiendo donde estaba viviendo igual hice mis colecciones. En Montevideo acumulé muchos objetos, objetos de mercados, de esas tiendas “Todo por $20”. Y después en Madrid acumulé muchos DVDs, DVDs que ahora no tengo dónde verlos, los ordenadores nuevos no tienen cómo reproducirlos.

Tengo un tema con el apego a los objetos, no me gusta que estén en forma física. Ni siquiera descargarlos, prefiero que estén en el internet. Leo mucho desde internet, desde el Ipad, trato de no generar un gasto al planeta. Pero sí me encantan los libros, me encantan las películas. Soy usuario de la nube informática, pero el libro siempre ha sido un objeto que me ha gustado mucho.

Vista general exposición Videoclub, 2014, cortesía MAVI.

Vista general exposición Videoclub, 2014, cortesía MAVI.

DR: En tu trabajo audiovisual se pueden ver varios aspectos de la parodia, la que adquiere mucha relevancia. ¿Crees que hace falta humor en la escena de arte contemporáneo que te ha tocado presenciar?

MS: Sí, claro, hay muy poco sentido del humor. El arte contemporáneo se toma demasiado en serio, y eso es lo más aburrido que te puede pasar. Que te tomes a vos mismo en serio para mí es terrible. No me imagino nada más aburrido. Creo que el humor es en realidad una de las bicicletas que ejercitan la inteligencia, es la forma más refinada de la inteligencia.

Hay un montón de tratados de humor, desde los griegos hasta ahora. Sin embargo, al humor no se le da el lugar que se le da al drama, por contarte lo que sucede en el cine. Es muy difícil que una comedia gane el Oscar a la mejor película. Así como es muy difícil que a un artista que maneje el humor se le dé el mismo trato que a un artista que aborda el drama o el trauma. Pareciera que van por caminos distintos. Por supuesto que hay casos, pero digamos que es más complicado. La música seria, el arte serio, el cine serio, la literatura seria, son supuestamente mejores.

DR: Pero la comedia es una de las artes más complejas, porque plantea un desafío que implica un alto riesgo que, si no resulta, es fatal, y eso depende mucho del contexto en el que se da. Aquí te pregunto por el contexto local: estás exponiendo ahora en Chile, y el contexto local no tiene mucho sentido del humor para con las obras de arte. ¿Cómo piensas que será la recepción de tu trabajo –que utiliza la parodia– en este contexto?

MS: Me sorprendió mucho de algunas personas que vinieron a la inauguración que conocían muy bien mi obra desde hace mucho tiempo. Lo que más les llamaba la atención es eso, el manejo del humor. En las mismas entrevistas me dicen que en Chile hace falta más humor, y creo que justamente la gente tiene esa necesidad. La necesidad de sentir esa empatía y esa cercanía a través del sentido del humor.

Todas las obras tienen muchas capas de lectura, pero en mi caso, el humor es la primera, la que realmente te hace partícipe de la obra. Generalmente, en el arte contemporáneo es muy difícil llegar a otras capas de lectura, porque el público en general –que están por fuera del campo del arte– no accede, no tiene una puerta de entrada a las obras. Es un ejercicio que se hace muy difícil. Se dice que el arte es aburrido, que el arte no lo entienden. Y ante esto el humor es una carretera que te hace entrar, y así puedes luego ver las cosas y cuestionarte. Permite ver otras capas.

DR: Y la parodia en sí misma vendría a ser otra capa; como en el caso de la obra donde decides no matar a Matthew Barney.

MS: Eso es un buen ejemplo de lo que te estoy diciendo del límite entre realidad y ficción. En esa pieza, cuando escribí el guión, yo mataba a Matthew Barney. Lo mataba como David mata a Goliat, era un final como de cuento de hadas: la bruja muere, el dragón muere, el mal desaparece. Era una cosa así. Finalmente lo cambié y dije, por qué voy a matar a Matthew Barney, no me ha hecho nada… o sí, pero bueno, era responder con el mismo grado de violencia que yo critico en esa pieza de video. Entonces resolví transformarlo en un personaje querible e inofensivo como el dinosaurio Barney, un ser adorable.

Cuando hice la primera proyección en la bienal de Sao Paulo, cuando prendí el proyector para ver el video, apareció Matthew Barney a ver el video conmigo. Por dentro pensaba, menos mal que no lo maté. La ficción se hizo realidad, pasó de ser un monstruo del arte contemporáneo a ser, no un amigo, pero sí un personaje cordial, con el que me reí y pasé un rato agradable. Me dio un ataque de risa tremendo, al final le dije: terminá de verlo vos, porque lo estoy estropeando con esto de reírme a carcajadas, la verdad me parecía todo muy gracioso.

DR: ¿No lo conocías personalmente de antes? Al menos conocías su trabajo.

MS: No, para nada. Y su trabajo tampoco lo conocía tanto. A mí, en el video que hice, me interesaba todo lo que representaba Matthew Barney, eso de ser el ápice del video arte en un momento.

DR: En tu trabajo hay una recurrencia a la ficción del futuro, hay una seria de distopías sobre todo enfocado en el continente latinoamericano. ¿Cómo crees que será realmente el futuro?

MS: No solamente creo, sino que además el poco tiempo que ha pasado de alguna forma tiende a emparentarse al futuro que planteo en las obras. Los trabajos que yo hago están muy hechos desde la intuición, que es un sentido más. La intuición la tenemos un tanto banalizada, pero nos permite contar cosas que están en el ambiente, y yo creo que el futuro de América Latina es bastante prometedor. Cuando hice en Montevideo “Dark Side of the Pop” (2004), Uruguay acababa de salir de la crisis económica del 2002, que el país casi tuvo que cerrar.

DR: En ese momento vivías en España.

MS: Sí, yo vivía en España y fui a Uruguay a filmar este video. En ese año, 2004, nadie en España se hubiese imaginado la crisis que hay actualmente. En “Dark Side of the Pop”, la investigadora que llega a Montevideo a investigar por qué desapareció todo el mundo, se encuentra con un holograma mío y le digo que Montevideo es el futuro de Europa, y lo que está viviendo es lo que va a pasar en Europa.

De alguna manera eso es producto de la intuición, no son cosas que tienen que ver con lo profético. Tampoco se trata que quiera vivir como un holograma, pero el trasfondo de todo es hablar de un posicionamiento mucho más claro de América Latina en el contexto mundial, es algo inevitable porque vivimos un sistema que es insostenible. Por un montón de factores nosotros representamos y somos una alternativa muy clara a ese modelo colapsado. Creo que la única forma de predecir el futuro es inventándolo, el futuro es lo que nosotros estamos inventando ahora, lo que va a ser.

Martín Sastre, "Hello Kity Michelle", 2014, cortesía MAVI.

Martín Sastre, “Hello Kity Michelle”, 2014, cortesía MAVI.

DR: Algunos pensadores, hace algunos años, dividían el pensamiento a futuro entre integrados y apocalípticos. ¿Tú te consideras un integrado?

MS: Soy integrado, si, pero puedo ser bastante apocalíptico también, depende de qué se trata el asunto.

DR: Otro aspecto que también se lee en tu trabajo, más aún en los últimos años, es como conectas las ficciones con los ámbitos de poder, ya sea con los medios masivos, la moda, y el poder político. ¿Podrías hablar del poder propio de esa ficción y la capacidad de entrar en las diferentes esferas de poder?

MS: Hay un video en Bolivia donde un personaje que es Tom Cruise dice: quien controla la ficción controla la realidad. Los puentes entre la realidad y la ficción son una de las cosas que más me interesa. Lo he tratado de distintas formas y la industria de Hollywood no es ingenua en esto. Incluso toda la idea de la muestra esta que se llama “Video Club”, uno de los ejes temáticos es ese: cómo el sistema de video clubes establece un control.

Hay un frase que está en la muestra que dice Margaret Tatcher sobre Ronald Reagan: “Ganó la guerra fría sin tirar una sola bala”; y yo le agregué: “y con millones de VHS y miles de videoclubes por todo el mundo”. Los rusos eran los malos, los gringos eran los buenos y a nosotros nos vendían los mismos sueños. Éramos unos chicos en un pueblo en EE.UU., nosotros éramos Michel J. Fox en Volver al Futuro. Salías a tu calle y no veías tu realidad.

Incluso en el plan Marshall, cuando EE.UU. subvenciona la reconstrucción de Europa, una de las cláusulas era que ellos se iban a encargar de la distribución de películas. Plantearon una postura tácita sobre el control de la ficción, y yo creo que el control de la ficción es el control de la realidad. Te hablo del caso de EE.UU., pero podríamos hablar de la religión católica, o los incas en el actual Perú, donde manejaban una ficción que creían millones de seguidores.

Para mí, generar esas ficciones es una manera de tomar el poder. Y ponerme a mí, físicamente, poner el cuerpo en la obra, que comenzó ante el problema de cómo echar mano a lo más cercano, es algo que no me gusta. Realmente disfruto más como director, no me gusta estar tras las cámaras. Este personaje ya se generó y me parece divertido que aparezca en distintas aventuras, pero no es algo que me interese por figurar. Pero sí me pasa que, cuando hice el comercial del perfume de Mujica, si hubiese puesto a un actor habría tenido una interpretación completamente distinta. Pero poner al artista, haciendo como de Antonio Banderas, fortalece la ficción hacia la posibilidad del arte. Podría haber pedido a Mujica que cortase las flores, pero no, justamente yo quería estar con él, participar de ese acto tan sencillo.

DR: Es que es esa búsqueda de la performatividad, de darle sentido al acto, a los verbos que el artista como personaje y hacedor genera.

MS: Exacto, y volviendo a lo del poder que decías, no solamente se trata de empoderar a América Latina como el campo de acción de esa ficción, sino también ser el protagonista. Es decir, estoy tomando este poder, estoy tomando la varita mágica y tomando la posta del poder tomado por otros. “Barrer para casa”, como dicen en España.

DR: En la historia del arte existe una gran tradición del autorretrato. ¿Cómo analizas tu trabajo bajo esta noción de autorretrato?

MS: Nunca lo pensé como un autorretrato hasta que, hace un par de años, comencé a notar el paso del tiempo. Yo ya no soy el mismo que aparece, con 22 años, en el video E-True Hollywood Story, ni mi familia tampoco. En muchos de esos videos aparece mi madre o mi hermano, que en ese tiempo tenía 3 años y ahora tiene 16. Y bueno, claro, de alguna forma me percaté de algo que me decían que iba a pasar, pero que uno no consideraba. Como cuando tienes 13 años y te dicen qué grande que estás, pero no te das cuenta. Ahora estoy empezando a ver lo del autorretrato desde una perspectiva actual, pero nunca pensé las obras como autorretratos, sino más bien como el hecho de ser protagonista de mis propias ficciones, de hacerme cargo de esas ficciones.

DR: ¿Te sientes narciso?

MS: No, o sea, todos somos egocéntricos, pero me tomo con bastante sentido del humor a mí mismo. Aparte, al ser artista y director de cine, hay una división. Siendo artista es más fácil de llevar, como director de cine es muy fácil caer en lo narciso. Tenés a cientos de personas trabajando para ti. Dices “quiero clavos violetas” y vas a tener ochenta personas buscando clavos violetas. Es muy fácil caer en despotismos, es muy fácil ver gente que se te acerca por interés. Yo trato de evitar ese tipo de posturas, no me gusta caer en eso. Pero por otra parte hay gente que te lo reclama, como artista o como director de cine, te exigen tener actitudes narcisas.

Martín Sastre.

Martín Sastre.

DR: Hay algunos investigadores que dicen que el origen del arte viene de narciso, de cuando descubre al otro en su propio reflejo.

MS: Todo ejercicio de representación es un ejercicio narcisista. A lo que voy, es que trato de alejarme de ese lugar narcisista, no me siento cómodo. Quizás será por la cara que tengo, pero nunca pasé desapercibido en mi vida. Tampoco es no hacerse notar, pero trato de alejarme de las posturas egocéntricas, narcisas, etc. Me parece que hay que tomárselo con más humor.

DR: ¿Qué artista contemporáneo te parece que tiene una sintonía con tu trabajo, que te llamen la atención, te interesa seguir su trabajo, su relato, construir sus ficciones?

MS: En realidad, ninguno y todos. Lo que me pasa cuando voy a una bienal –que está llena de miles de obras, de miles de artistas de todo el mundo– es que trato de generar empatía con cada una de las obras que veo, trato de entender por qué alguien lo hizo, trato de generar una conexión con el realizador de esa obra y entender a quienes están detrás de una producción cultural.

Dentro del campo del arte he tenido experiencias muy fuertes con obras con las que he conectado mucho. Por ejemplo, un artista que además de interesarme me cae muy bien y nos reímos mucho, es Christian Jankowski. En 1999 fue la primera vez que estuve en Venecia, fui a ver la bienal, y estaba la obra Fortune-tellers, una obra en la que él llama a las chicas que sacan el tarot por teléfono y les dice: “mira, ahora estoy en un proyecto muy grande en Venecia, tengo que hacer una obra”, y él estando en Venecia. Las chicas le dicen: “que te va a ir muy bien, te vas a ganar un premio…”, etc. Es muy graciosa la ironía que maneja Christian, siento mucha empatía con su trabajo. Posteriormente lo conocí, y nos llevamos muy bien.

Ahora estuvo también invitado a la bienal de Montevideo e hizo una performance muy interesante, llevándonos con los ojos vendados por una barrio considerado muy peligroso, digamos, una de las zonas rojas de Montevideo.

Está bueno cuando las obras son simpatizantes, pero también cuando simpatizás con el creador de esa obra. Por ejemplo una vez Christian Jankowski hizo una conferencia de prensa con los Muppets, pero con los Muppets de verdad. Le pidió los derechos a Disney, que son los que ahora llevan sus derechos, y están todos los Muppets dando una conferencia, y en el publico están otros más. Es muy graciosa la obra de Christian. Ya te digo, nos llevamos súper bien, él es un ejemplo de alguien que me gusta su trabajo, pero hay un montón. Por ejemplo con Pablo Helguera también, me gusta su trabajo. Hay Muchos.

DR: Una de las reflexiones que haces es en torno a cómo entrar en el power gay del arte, siendo heterosexual. ¿Cómo te podrías responder esa pregunta?

MS: No, en realidad es una pregunta retórica, no creo que exista el lobby gay, ni hetero. No creo mucho en los lobbys, creo que es más una fantasía que se crea desde afuera del campo del arte hacia dentro. Dentro del mundo del arte también hay gente que tiene estas fantasías y dicen “¡Ah! Te invitaron a tal lado porque sos amigo de tal”. A mí nunca me han invitado a algún lado por ser amigo de alguien, ni por haber estado con nadie, ni por ser primo de nadie. Por ejemplo, mucha gente pensaba que había podido hacer lo del perfume de Mujica porque tenía un familiar conectado. Yo llamé a la presidencia como podría haber llamado cualquier otra persona y me tuvieron esperando el mismo tiempo que tendrían a cualquier otra persona, no hubo ningún arreglo extraño. Ayer me preguntaban también: “¿Y cómo fue que contactaste con la gente del MAVI?”, y no sé, me mandaron un mail y empezamos a trabajar. Las cosas yo creo que son mucho más simples.

DR: ¿Te interesaría volver a Chile, a exponer en Chile?

MS: Me encantaría. Me encantaría tener una relación estable con Chile.

DR: ¿Qué te encuentras preparando ahora?

MS: Estuve siete meses trabajando en un proyecto en Uruguay, el corto este que hice con Natalia Oreiro y Diego Forlán, y ahora empecé a trabajar en otro proyecto en Argentina, que voy a rodar ahora en un mes. Y vine ahora a Chile a hacer la muestra del MAVI. De alguna forma me gustó esto de regionalizarme, como de estar en el cono sur: en Uruguay, Argentina y Chile, y hacer proyectos muy interesantes en cada uno de los países. Me da la sensación de una cercanía que es muy real. Realmente somos una misma familia, somos hermanos, entonces eso es algo que voy a intentar fomentar y participar de ello.

 

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